miércoles, 17 de diciembre de 2014

Crítica Exodus Dioses y Reyes

Exodus: Gods and Kings


Tras su estreno en los Estados Unidos, acompañado de unos resultados más que positivos en la taquilla, y el breve paso de las estrellas de la película en la premiere que tuvo lugar en los cines Kinepolis de Madrid, a la cual tuvimos el honor de asistir para poder ver a Christian Bale, Ridley Scott y María Valverde, hemos de decir que mucho ruido y pocas nueces para la historia del Éxodo.

El más que veterano director Ridley Scott, encargado de títulos tan aclamados como Gladiator, Alien o Blade Runner, resbala en la gran pantalla con un elenco formado por Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley y John Turturro, además de la actriz nacional María Valverde.


Desde que se anunciase el proyecto de Scott de llevar al cine la vida de Moisés, una vez más, se creó una gran expectación al rededor, que solo pudo aumentar cuando se confirmó la intención del realizador de rodar en España, Almería y Las Canarias más concretamente.

Y aunque la película es entretenida para pasar un rato, no llega a más, pudiendo haber sido una gran historia.
Para empezar, la película comienza de sopetón; con tan solo unas letras iniciales que introducen una de las historias más intrincadas de la Biblia. Es evidente que en producciones de este calibre es importante reducir el guión, pues como dijo el propio Bale, cada cosa que se quiera añadir bien podría suponer media hora más de metraje.

El problema radica en que la película se aleja de la auténtica historia bíblica e introduce el elemento bélico en un personaje al que no le pega. De la misma manera que hizo Aronofsky con su Noé, para atraer una mayor parte del público a las salas, se introduce un Moisés nada menos que general de los ejércitos egipcios y un fiero guerrero.


La película, una vez más, la salva Christian Bale, el cual no protagoniza la película, sino que más bien la acapara, siendo el resto de personajes poco más que cameos en la historia de Moisés.

Dejando de lado el personaje de Moisés, el resto de personajes son planos, carentes de emociones y sin evolución en la película.
Quizás Ramsés aporte esa chispa de fanatismo y locura como el claro antagonista de la cinta, pero tampoco resulta un personaje realmente convincente a lo largo de la película.

Uno de los detalles que más impactan de la cinta es el matiz revolucionario que Moisés trata de plantear a Ramsés en la película una y otra vez, perfectamente podría ser comparado con cualquier asociación sindical actual, barajando términos sobre derechos y economía que en el Antiguo Egipto dudosamente serían realizados de esa manera.
Ante la negativa del faraón la única solución existente es, nada más y nada menos, que convertir a los hebreos en una especie de grupo terrorista que atacará una y otra vez a los egipcios mediante una guerra de guerrillas poco convencional.

La celeridad con la que tienen lugar las plagas que Dios manda al pueblo de Egipto es alarmante. No es más que una especie de paréntesis en la historia, que si bien es decisiva para el desarrollo de la trama, aborda los sucesos de manera extraña, llegando al punto de hacer que las aguas del Nilo se tiñan de sangre por el ataque de unos cocodrilos a los pescadores egipcios y entre los propios cocodrilos.


En definitiva, no resulta difícil sacar la similitud existente entre el Moisés de esta película con otro personaje que el mismo Scott llevo a la gran pantalla hace unos años, Robin Hood. La idea del justiciero y su pandilla que harán todo lo que sea necesario por liberar a los suyos del yugo de un gobernador tiránico, recurriendo a las incursiones armadas en repetidas ocasiones. Solo que en este caso entra en juego la figura de Dios.

Un Dios que es descrito en la película como poco más que un niño caprichoso, cruel y vengativo que juega con sus juguetes a los que no tiene ningún reparo en destruir. En la otra mano, un Moisés que trata de mediar entre ambos bandos, haciendo parecer que tenía más relevancia en la toma de decisiones de la que pudiese tener.

Otro de los asuntos de la película es lo poco que se llega a profundizar en las relaciones de los personajes. La relación entre Moisés y su esposa, Séfora (Valverde), se resume en chico conoce chica, chico se casa con chica, chico y chica tienen un hijo, chico se va y ya si eso acabará volviendo.

El problema de esta producción es que han querido abarcar demasiado y que al hacer eso han considerado más oportuno salirse de la historia registrada para crear una versión más llamativa al público. 
Sencillamente han conseguido camuflar todas las partes importantes y realmente relevantes de la historia y dar mayor protagonismo al espíritu justiciero y bélico de la trama.

Aún con todo tiene partes buenas como la presencia del dueto Bale-Edgerton, realmente interesante, los escenarios de rodaje y, dejando al margen la historia, las peleas y batallas de la película.
Bonito detalle el de Ridley Scott de dedicar el largometraje en los créditos finales a Tony Scott, su hermano, también director, fallecido en 2012.

Valoración:

6/10







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