jueves, 29 de enero de 2015

Crítica de Big Eyes

Big Eyes


Uno de los directores más tétricos y valorados por el público ha vuelto esta año a la gran pantalla con una historia de lo más impactante.
Tim Burton, responsable de éxitos y clásicos de la historia del cine como "Eduardo Manostijeras", "Batman" o "La novia cadáver" adapta a la gran pantalla la convulsa historia de Margaret Keane y su esposo, Walter.

La historia, basada en hechos reales, no es la primera adaptación cinematográfica real sobre un personaje del mundo artístico que Burton produzca. Ya en el 1994 pudimos ver a Johnny Depp, bajo la dirección de su amigo, dando vida al director de cine Ed Wood en una película homónima.

En este caso ha sido la oportunidad de dar el salto al cine para la historia de una pintora que durante los años 60 revolucionó el mundo de la pintura a pesar de no poder ver reconocido su trabajo hasta varias décadas después.


La historia gira en torno a uno de los principios más básicos del cine romántico: chico conoce chica, chica conoce chico, se enamoran y acaban juntos.
Si a esta receta tan típica le añadimos la dirección de Tim Burton y lo increíble de la propia historia  que se relata, da lugar a algo completamente nuevo e inesperado.

La protagonista de la película, Margaret Keane, una gran pintora y dedicada madre de su hija, conoce a un atractivo "pintor" del que no tardará en enamorarse.
A pesar de todas las vicisitudes por promover su obra y poder vivir de su trabajo artístico, no consigue nada hasta que Walter cierra un trato para exponer varios de los cuadros de su esposa y de los "suyos", por decir algo.

Una serie de desatinos dan lugar a dos inesperados resultados: el primero de ellos, que la obra de Margaret se hará rápidamente famosa y altamente valorada; el segundo, que no se relacionan las obras con ella, sino con su marido, el cual asume la autoría y convence a su esposa de mantener el engaño.

La película muestra, por tanto, un conflicto entre los cónyuges, con la hija de ella entre medias, por lo que está bien y lo que está mal, experimentando Margaret una gran frustración por no tener su reconocimiento debido, que la llevará al borde la misma locura y la obsesión por sus ojos grandes.


Los oscarizados Christoph Waltz y Amy Adams son los encargados de llevar las riendas interpretativas de la película en unos papeles que, si bien son muy notables y bien ejecutados, quizás no expriman todo el potencial posible a estos dos grandes intérpretes.

La película tiene un fuerte trasfondo moral, que entra en juego desde el preciso instante en el que comienzan con la farsa, y que irá creciendo sin freno a lo largo de la película.
Bien podríamos calificar la película con un alto grado de aleccionamiento y reeducación que otra cosa; y es que la sensación de culpabilidad que crece en el personaje de Adams se contagia en el espectador de tal manera que a uno se le quitan momentáneamente las ganas de mentir.

Podríamos decir que este no es el estilo más característico, ni el mejor valorado de Tim Burton en su amplia carrera cinematográfica. Dista mucho de su habitual halo oscuro y tenebroso para entrar en un viaje más retrospectivo, brillante y aleccionador como el que pudimos ver en "Big Fish".

Aún con ello, esto no significa que el trazo maestro de Burton no sea claramente distinguible y sumerja al espectador en otro de esos mundos tan utópicos o distópicos que le caracterizan, aunque en este caso sea para adaptar una historia real.


En definitiva, no es ni por asomo lo mejor que ha hecho Burton en su carrera como director y productor, aunque sí es cierto que sube el listón de sus últimos trabajos, como fue el caso de "Sombras tenebrosas".

La película es entretenida, con unos años 60 muy bien recreados y exaltando esos rasgos tan característicos de la América Pop. La imagen y la iluminación de la película le van a la historia como un guante hecho a medida, y desde luego los decorados han sido muy acertados para esta recreación pasada.

Aunque los papeles protagonistas están a la altura y reflejan con lujo de detalles la evolución de sus personalidades hasta puntos casi enfermizos, quizás no se les haya sacado todo el jugo que podrían haber logrado y que se merecían.

La película es mayoritariamente divertida y entretenida, a pesar de tener partes algo más monótonas, que hacen perder el hilo y aburrir al espectador, siendo prescindible al menos un cuarto de hora de la película.

Valoración:

6/10




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