martes, 10 de marzo de 2015

Crítica de 12 hombres sin piedad

12 angry men



Hoy traemos al blog una crítica muy especial. Y es que el buen cine se lleva haciendo durante muchos años y la auténtica etapa dorada de Hollywood no es precisamente la que estamos viviendo hoy en día.

El maravilloso clásico del cine que hoy tratamos es "12 hombres sin piedad", el primer largometraje televisivo que dirigió Sidney Lumet allá por el 1957.
Casi 60 años nos separan de su fecha de estreno y aún así "12 hombres sin piedad" no pasa de moda.

Aunque la cinta fuese filmada en blanco y negro, año tras año las nuevas generaciones descubren este pedazo de historia cinematográfica que relata con gran maestría y atino una historia jurídica en la que hay mucho en juego, y a pesar de lo que parece evidente, nadie está dispuesto a arriesgar lo más mínimo.


La película gira en torno a un jurado popular que se reúne para determinar la inocencia o culpabilidad de un joven de 18 años acusado de asesinar a su padre.
12 hombres que no se conocen de nada previamente coinciden de pronto entre cuatro paredes y habrán de decidir el futuro de un joven, el cual, de ser considerado culpable, será ejecutado sin demora.

En este contexto, cuando 11 de los miembros del jurado están de acuerdo en la culpabilidad del chico, uno de ellos difiere y trata de conversar con el resto en aras de evitar mandar a un inocente al corredor de la muerte.

Cuánto vale una vida humana y con que presteza se puede mandar a alguien a morir sin el mínimo remordimiento son algunas de las cuestiones que plantea la cinta.

Los hechos parecen claros, los testimonios de los testigos francos y todas las pistas apuntan a la figura del joven. Sin embargo, no sería justo firmar una declaración de muerte antes de poner sobre la mesa todos los puntos clave.
Es ahí donde, poco a poco y gracias a la figura del arquitecto, irán debatiendo sobre el asunto y acabarán descubriendo que donde antes todo eran evidencias, ahora nada está tan claro.


El gran y polifacético Henry Fonda ("Las uvas de la ira") fue el encargado de protagonizar esta cinta haciendo el papel del arquitecto que consigue sembrar la duda razonable en el resto del jurado, una duda razonable que para cualquier persona ha de ser suficiente para no condenar a alguien. 

Lee J. Cobb es el otro indiscutible protagonista de este largometraje y la figura antagónica del personaje de Fonda. Desde el primer momento se encuentra convencido de la culpa del muchacho y está más que dispuesto a seguir adelanta con su condena. Sin embargo, tras una fachada dura se esconde un hombre triste con una experiencia personal que le lleva a ser tan duro en su criterio.

12 hombres completamente opuestos. Opuestos en edad, opuestos en clase social y opuestos en ideología ejemplifican la sociedad estadounidense de las postguerra con una mentalidad propia del New Deal de Roosevelt.
Nada que ver con los melodramas jurídicos contemporáneos, se trata de otra categoría completamente distinta.
Una perfecta lección de como hacer buen cine, así como de jurisprudencia y, sobre todo, de humanidad.


En definitiva, es sin lugar a dudas una de las mejores películas que ha dejado por el momento la amplia historia del cine.

Un montaje cinematográfico perfecto, un guión que, a pesar de pertenecer a otra época, es contemporáneo y fresco, un dominio maestro de cualquier elemento y detalle de la sala en la que transcurre la hora y media de cinta y una dirección de sobresaliente fueron en su época, y hoy en día, los ingredientes del abrumador éxito que consiguió "12 hombres sin piedad".

A pesar de ser en blanco y negro, lo cual sabemos es para mucho un repelente a la hora de ver la película, animamos a todos a ver esta gran clásico del cine.
Y es que a veces, para entender el cine y poder ver películas actuales, es necesario echar la vista atrás y reencontrarnos con los grandes.

Valoración:

9/10





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